Como te comentaba anteriormente, cuando acudí a mi primer curso, fui con un miedo terrible a no ser válida para esto. Soy una persona muy autoexigente y mi mayor temor es 'no ser suficiente'. Ya sabes, esas creencias erróneas que todos llevamos dentro, y de las que te hablaré más adelante.
Fui condicionada por esa creencia, y efectivamente, en mi primera visión no vi absolutamente nada. Pero mi segundo intento también fue desconcertante. Unos meses antes de adentrarme en este camino del chamanismo, mi amigo y profesor de yoga, Carlos (del que ya te he hablado), quiso practicar conmigo la recuperación del animal de poder. Esta técnica también te la enseñaré, para que puedas encontrar el animal de poder de tus amigos y familiares.
En esa ocasión, Carlos realizó la técnica y me encontró un búho. Este búho me aportaba constancia y perseverancia, cualidades que, para el momento que estaba atravesando en mi vida, me resultaban de lo más útiles. Durante esos meses en los que pensé que mi animal de poder era el búho, traté de conectarme con su energía: me compré varias figuritas de búho, lo invoqué en mis meditaciones y hasta le rezaba como si fuera un dios para mí. Me lo tomé muy en serio. Sin embargo, siempre sentía que no terminaba de conectar con él. Aun así, sus cualidades me ayudaron de alguna manera.
El día que decidí aprender la técnica por mí misma, fui con la intención de encontrar a ese búho y, por fin, poder hablar directamente con él. Pero no fue un búho lo que encontré. Allí estaba Miko, un mapache simpático y gracioso, comiéndose una galleta y ofreciéndome un trozo.
La verdad es que no entendí nada en ese momento, pero como soy una persona aplicada, seguí el procedimiento. Le pregunté cuatro veces si él era mi animal de poder, y las cuatro veces me respondió que sí. Me dio su nombre, me dijo que su superpoder era la ternura, y me mostró un símbolo que, durante mucho tiempo, rechacé.
Cuando regresé de ese viaje, me sentí bastante decepcionada. Mis compañeros compartieron sus visiones: todos tenían animales poderosos, como dragones y leones, y todos ellos con superpoderes impresionantes, como la sabiduría o la fuerza. Yo tenía un mapache comilón que me ofrecía ternura. ¿Qué te parece?
Con el tiempo, descubrí que la ternura es, en efecto, un superpoder. Siempre me he considerado amable y empática, pero también un poco seca al hablar. La ternura era algo que necesitaba, no solo en mi día a día, sino especialmente en las terapias. Además de impartir cursos y charlas sobre chamanismo, soy terapeuta. En las sesiones, las personas muestran su vulnerabilidad y se abren completamente ante ti, y es necesario tener tacto y delicadeza al tratar con ellas.
El deber de un terapeuta es crear un espacio seguro y acogedor en el que las personas se sientan lo suficientemente cómodas como para mostrar su alma y confiar en ti. Sin la ayuda de Miko, no sé si habría sido capaz de ayudar a tanta gente. Así que, a día de hoy, puedo decirte que probablemente era el superpoder que más necesitaba.
En cuanto al símbolo que me dio, Miko me mostró una estrella de seis puntas rodeada por un círculo y me sugirió que consiguiera un colgante de madera con ese símbolo para conectarme con él fácilmente y recordar el valor de mi trabajo como chamán. Sin embargo, en mi mente, esa estrella se asemejaba a un símbolo judío, y no resonaba conmigo en absoluto. No es que tenga nada en contra del judaísmo, simplemente no me identificaba con él, así que lo rechacé durante mucho tiempo.
Aun así, me tatué las huellas de Miko en un hombro y me compré un peluche de mapache. Además, tengo mapaches pintados y representados en toda mi casa, así que, de algún modo, siempre ha estado presente.
Lo curioso de esta historia es que, en algún curso de chamanismo que realicé años después, se explicó el significado de esa estrella, aunque yo nunca llegué a preguntar. Resulta que la estrella de seis puntas está formada por un triángulo hacia arriba y otro hacia abajo, que simbolizan los mundos espirituales: el mundo de arriba y el mundo de abajo, que se unen en el mundo de en medio. Precisamente, esto es lo que hace un chamán: actúa como puente entre los mundos espirituales, traduciendo su poder y sabiduría en el mundo de en medio. En ese momento, todo cobró sentido para mí.
¿Y qué pasó con el búho? Después de mi segundo viaje, hablé con mi profesor de chamanismo sobre lo que había ocurrido. Él me sugirió que realizara un tercer viaje para reunir a ambos espíritus, el búho y el mapache, y que les preguntara directamente. Así lo hice.
En mi tercera práctica, bajé al mundo de los animales y allí estaban los dos esperándome. Les hice la pregunta, y la respuesta fue clara: ambos confirmaron que Miko era mi animal de poder, pero también me explicaron que no se tiene solo una ayuda espiritual; se pueden tener varios animales de poder, cada uno con cualidades específicas para ayudarte en momentos determinados de tu vida.
El búho me asistió en un momento en el que necesitaba recordar la constancia y la perseverancia. Una vez superada esa etapa, simplemente desapareció.
Hoy en día tengo más ayudas espirituales en forma de animal, y las invoco todas para abrir el espacio sagrado de sanación. Casi siempre utilizo a Miko en mis terapias, pero, dependiendo del paciente y del problema a tratar, a veces necesito otro tipo de energía. Pero eso lo irás descubriendo y experimentando por ti mismo.
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